Iker Lobera Ezenarro (Deia)
Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia
TAL día como hoy, hace veinte años, Idaho se proclamó como algo más que un estado americano agrícola y despoblado, hogar de la mayoría de la diáspora vasca en los Estados Unidos, donde acudir al templo mormón cada domingo es el eje central de la vida social. Hace veinte años, el 17 de mayo se introdujo en el calendario como el “International Day against Homophobia & Transphobia”; dígase en castellano el Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.
Dos décadas después, podemos decir que en Euskadi se admiten de lex los derechos LGBT, incluso podríamos admitir que de facto se vive en un oasis de libertad y aceptación de homosexuales, lesbianas y transexuales. Aún así, debemos tener en cuenta que, a día de hoy y desgraciadamente, no todos los obstáculos han sido superados.
A finales del pasado 2009, la terrible noticia de que dos homosexuales habían sido agredidos con arma blanca en el corazón del mismísimo Bilbao supuso una tormenta que con su nubarrón negro perturbó el oasis en el que residimos. Podríamos considerar a éste como un hecho aislado; sin embargo, existe una profunda necesidad de seguir actuando en pro de la aceptación e igualdad de todos los agentes que componen nuestro oasis. La sociedad debe entender que en las diversas opciones sexuales, cuando uno tiene libertad para decidir lo que quiere hacer, no hay nada malo, ni pecaminoso, y aún menos, ofensivo. Es una simple opción existente y tan respetable como otras tantas.
De todos modos, me alegra y me enorgullece ver que, durante los últimos años, se ha avanzado mucho en este aspecto referido a los derechos LGBT; y me es además un hecho aún más satisfactorio el saber que fue un gobierno municipal de EAJ/PNV en Vitoria-Gasteiz quien fue el primero en inscribir parejas homosexuales dentro del registro de las parejas de hecho. Dicho esto, quiero revivir hoy unas palabras del histórico Harvey Milk, primer cargo público oficialmente gay en los Estados Unidos: “Estoy aquí para reclutaros”. Porque “pretendo reclutaros” intentando haceros copartícipes y cómplices de la cruda realidad por la que, en el mundo postmoderno y globalizado donde cohabitamos, hay países que castigan con la muerte o con la cadena perpetua la homosexualidad; o como ellos prefieren llamarla, el crimen de la sodomía. Y siento la necesidad de denunciar que la problemática no sólo reside en estos estados intolerantes e integristas; también en otras muchas sociedades en los que la sociedad castiga a la comunidad LGBT con la exclusión, la marginación social y la privación de derechos humanos básicos.
Prima la necesidad de educar a la sociedad, empezando desde los más jóvenes y hasta más mayores en esta materia para jamás volver a los oscurantismos de tiempos pasados; y que el oasis no sólo se mantenga, sino se pueda ampliar más allá del Ebro y el Adour.
El triángulo rosa de los campos de exterminio y la ley de vagos y maleantes son hoy fantasmas del pasado de los que ya queda nada o poco gracias a personas como Harvey Milk, que anónimamente han luchado de manera pacífica por la reivindicación de unos derechos naturales, unos derechos conseguidos tras largos años reclutando a gente que ha sabido aceptar la diversidad y la opción personal de cada uno a amar a quien considera oportuno. De este modo, pretendo invitar a todo lector de este humilde texto, desde vuestro ámbito de actuación, a luchar por el fin de esta problemática. Después de todo, sólo me falta invitaros a reflexionar exclamando digna y firmemente la siguiente reivindicación: El que quiera entender, ¡que entienda!